Thursday, March 18, 2010

Andrés Rojas amigo incomparable



Por: Germán G. Carías Bermúdez

Desde pequeño visitar a Andrés en su consultorio me causaba miedo, la razón es que era el dentista de la familia. Ese olor característico de las clínicas dentales entre formol y amalgama, el ambiente entre lúgubre y solemne y el sonido inconfundible del taladro causaban un sentimiento de rechazo, todo cambiaba cuando ya sentado en la silla con la luz intensa golpeando tú rostro aparecía él ataviado con su bata y guantes contando chistes. Andrés era un conversador insigne que podía estar una hora hablando manteniendo al escucha atento,  además poseía una jocosidad y carisma que lo hacia resaltar en cualquier reunión o evento. Por eso quiero contarles una anécdota que mantengo viva en mi mente después de su partida, donde se resume ese torbellino de buen humor y optimismo que irradiaba a su paso.

A principios de los años noventa mi Papá me comentó que iba a ser condecorado por Rafael Caldera con la Orden Libertador en primera  clase, debía encargarme de los invitados quienes irían a Miraflores para acompañarlo en ese día tan especial. Los primeros que vinieron a mi mente fuera de la familia fueron los Rojas Andrés y Julio, personalmente llevé las invitaciones por tratarse de amigos tan queridos. Luego de presenciar la condecoración en el salón de los espejos, decidimos ir a celebrar en el restaurante de moda “Vistarroyo” ubicado en Macaracuay vía El Cafetal. Ya en el sitio hubo que unir tres mesones por la cantidad de personas que nos acompañaban, en la mesa se encontraban Fernando Egaña en ese momento Ministro de la OCI, Luís Fernández en ese momento Director de Radio Nacional, Jennie Carías mi hermana Ginecóloga con su esposo Rafael Montero Ingeniero Mecanico, Andrés Rojas Odontólogo, Julio Rojas Ingeniero Civil  entre otros y por supuesto mi Padre Germán Carías Sisco el homenajeado.

Ya en la etapa de los tragos luego de la comilona, me levanté para descargar fluidos y en el baño un hombre de mediana edad comenzó a charlar conmigo. Me explicó que era de apellido Moreno y junto a sus hermanos era el dueño del lugar, me preguntó lo que hacíamos en la mesa  pues él ya había identificado a varios. Lo conduje hasta la mesa presentándoselo a todos, con maestría se sentó y por un buen tiempo manejó la conversación e invitó dos botellas de whiskey. Andrés que ya nos había deleitado con su extenso repertorio de chistes se paró e inició un brindis, “ Yo creo que he pasado el día más feliz de mi vida sino hubiese sido por un pequeño detalle, primero fui a Miraflores donde nunca antes había estado, segundo vi en persona a Rafael Caldera a quien no conocía, tercero condecoraron a mi hermano Germán  y cuando nos dirigíamos hacia acá mi sueño iba a terminar con lo máximo pues Rafael Montero acababa de comprar un Prelude, yo venía detrás del homenajeado y cuando fui a introducirme al flamante vehículo me dijeron que no había espacio. Me tocó irme con Germán Gilberto y no es porque no me gustase su carro, pero era la oportunidad de montarme en un Prelude. Así que Rafael Montero puedes meterte el Prelude por ese cu...”. Andrés amigo siempre te recordaré.