Por: Germán G. Carías Bermúdez
No había iniciado mi camino a través de la red social Facebook, por estar en etapa de aprendizaje de Twitter, escribiendo en mi Blog, Youtube, My Space, Windows Live e innumerables foros donde escribo. Me organicé y comenzó mi periplo en el mundo FACE donde entendí la adicción que causa está página, pero encontré varias sorpresas que mezclaron varios sentimientos en mi. Cuando descubrí que automáticamente tengo casi la misma edad de mi Madre o que me parió a los doce años quede perplejo, adentrándome en está selva cibernética observé que mis viejos amigos habían cambiado y en el mundo del ciberespacio todo luce diferente, también descubrí el afán del ser humano de sobresalir lo que me reafirma la tesis de que el hombre es el lobo del hombre y sorpresivamente en estas redes nunca hay problemas debe ser que por eso gustan tanto.
Los valores que aprehendimos en el tiempo tanto inculcado por nuestras familias, por medio de nuestras creencias religiosas, por nuestras casas de estudio y por medio de amigos. Están invertidos, continuamos irremediablemente condenados a la mentira como medio de vida. Nos enfrentamos a nuestros temores simplemente diciendo cosas que alegren a los demás o que no nos hagan lucir en desventaja. Bueno gracias a Facebook por darme una nueva hermana, rejuvenecer a mi Madre, darme puros amigos y familiares exitosos, encontrarme o desencontrarme con viejos amores (porque a veces no quieren saber de uno) y por enseñarme que aunque sea virtualmente existe un mundo perfecto.
